Identifiquen sus significaciones, creencias y prenociones sobre la narrativa. Describan sus significaciones iniciales.
Es cuando de algún tema o suceso determinado se expresa de forma oral o escrita una narración de acciones, sucesos y acontecimientos para mejorar la expresión oral o escrita.
Es la relación de hechos importantes que nos dan a conocer un mensaje.
Es la descripción imaginaria en donde el niño va narrando de manera personal hecho histórico de manera oral o escrita o mediante dibujos.
Es la manera de comunicarse con el alumno con la intensión de entender y comprender l opinión personal de cada persona.
LA FUNCIÓN DE LA NARRATIVA EN LA EDUCACIÓN
Lo narrativo es lo que da inteligibilidad a la realidad y, a su vez, es la forma que asume la explicación histórica, por lo que se considera como imprescindible en la definición de cualquier currículo, ya que uno de los primeros acercamientos que tienen el ser humano para ordenar el caos de la realidad es, precisamente, el narrativo. Pese a este reconocimiento y a lo antiguo de la práctica humana por crear historias y contarlas, la narrativa había sido relegada de la investigación educativa y de las otras ciencias entre ellas la historiografía positivista, por no considerársele como elemento que dota de cientificidad al conocimiento. Evidente, al excluir la narrativa del currículo, se niega la naturaleza misma de la historia y la posibilidad de que el alumno desarrolle, de forma natural.
El pensar históricamente implica, esencialmente, la temporalidad, pero no entendida bajo la visión de un realismo ingenuo que nos llevaría a la ordenación lineal cronológica del antes y después, implícita en el conocimiento histórico, sino que como una vivencia desde lo temporal, donde el “tiempo narrado” se construye de un presente hacia lo real pasado, siendo una actividad del historiador, desde un horizonte cultural y la problemática histórica a estudiar, asignar una perspectiva temporal. Es decir, la temporalidad histórica es producto de cómo el presente va a configurar e interrogar al pasado y la actividad interrogativa implica poseer un saber pre-constituido que posibilite cuestionar al pasado. Por lo que se deduce que al pensar históricamente no es una acción cognitiva ligada exclusivamente al desarrollo psicológico del individuo, sino que es producto del conocimiento de una sociedad y, por ello, enseñanza debe concebirse como una acción cultural interpretativa que requiere madurarse con un conjunto de estrategias educativas que apunten hacia la reflexión y problematización, para aspirar a desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo en los alumnos.
El interés por la narrativa se activa en la exigencia de romper, en definitiva, con la concepción de la racionalidad tradicional que impera en la escuela, y orientar la enseñanza y el aprendizaje de la historia hacia la naturaleza contextual específica y compleja de este conocimiento, es decir, se aspira a recuperar el modo natural de razonar de la historia.
La narrativa es una modalidad de pensamiento diferente al pensamiento casual o paradigmático que profundiza en lo particular, que no pretende una lógica lineal, sino que puede tener un abordaje analógico o metafórico con un ritmo o secuencia de eventos significativos que dan organización a la experiencia vivida, como lo muestra cualquier narración o configuración de la experiencia humana. Por ejemplo, las pinturas rupestres, los mitos, o incluso las pláticas de oficina sobre los problemas económicos de una nación, o bien, una explicación propiamente científica que se configure de manera narrativa.
Bruner, señala que, en la modalidad narrativa, lo que constituye esta en forma de pensamiento son los argumentos de la acción: la intención de los agentes o metas, las situaciones y los medios, todas ellas condiciones que nos llevan a saber qué es lo que saben, piensan, sienten o dejan de saber, pensar o sentir los intervienen en la acción.
De acuerdo con lo que sostienen los historiadores que filosofan sobre su materia, la historia es un discurso constituido de la misma manera que el literario, pero a diferencia de éste, la historia produce enunciados científicos que “configuran la realidad”. Historiadores como Michel de Certeau, Jacquers Rancier o Roger Chatier han escrito cómo el conocimiento histórico se expresa de manera narrativa. O bien, las aportaciones desde la hermenéutica de Paul Ricoeur nos llevan a ver que hasta la historia más estructural se construye de manera narrativa. Con estos planteamientos, no podemos dejar de precisar que el conocimiento histórico se fundamenta en “las operaciones especificas de la disciplina, construcción y tratamiento de los datos, producción de hipótesis, critica y verificación de los resultados, validación de la adecuación entre el discurso cognitivo y su objeto. Incluso cuando escribe de forma literaria, el historiador no hace literatura, y ello a causa de su doble dependencia: dependencia del archivo y, por lo tanto, del paso del que este es huella; dependencia también respecto a los criterios de cientificismo y a las operaciones técnicas propias de su oficio” .
El pensamiento narrativo. Este implica el desarrollo de habilidades cognitivas que no han sido consideradas por el currículo, y es precisamente la historia, junto con la literatura, la que da oportunidad de desarrollar esta forma de pensamiento. En ese sentido, se plantea que la enseñanza de la historia puede ser tan “difícil” o compleja como la enseñanza de las llamadas ciencias “duras”; pero esta dificultad no es estriba en lo que actualmente se reseña en las diversas publicaciones que se han generado sobre esta problemática, sino en estimular una forma de aprender que implique el desarrollo de competencias propias del pensamiento histórico, es decir, estimular las conductas disciplinarias como la investigación interpretativa de la cual se constituye la escritura de la historia.
Dado que la historia implica un modo de razonar científico, es necesario que el currículo escolar deje atrás la visión de que la historia solo sirve como instrumento o, ideológico o en su defecto, como una materia de “entretenimiento informático”.
El gran reto que hoy tienen los historiadores y los maestros interesados en ayudar a resolver esta problemática es trascender la sola exposición de unos hechos muertos, o dejarse llevar por las modas educativas de “enseñar” los procedimientos empleados por los historiadores. Lo importante es llevar a los alumnos de manera gradual al cómo se construyen las representaciones sobre la realidad histórica.
Al hacerlo así, el contenido histórico de desplaza desde la simple información fáctica a la representación de la realidad de lo concreto a lo complejo y abstracto, conjugando con ello la lógica del conocimiento histórico con los principios subyacentes de la estructura cognitiva del alumno. No hay que olvidar que un importante fundamento de la lógica consiste precisamente en observar y participar en el cómo se construye lo que se aprende.
Para lograr que el alumno utilice lo aprendido en la escuela y pueda aproximarse a la compresión del mundo que le rodea, será necesario trabajar las practicas del razonamiento histórico; plantear preguntas a las fuentes históricas; establecer analogías; hacer inferencias para formarse una imagen coherente del pasado; tejer hipótesis; aclarar las ideas; reflexionar sobre la realidad socio-histórica; interpretar la realidad; y hacer inteligible este conocimiento mediante la narrativa. Sólo ello permitirá desentrañar la manera sistemática de pensar de la historia. Ricoeur precisa que comprender es captar conjuntamente las acciones de los hombres, sus intenciones y sus repercusiones, todas ellas reflejadas en un contexto social y expresadas en una trama o narración. Así pues, en el proceso de aprendizaje de la historia es importante que el alumno no solo memorice, sino que genere sus propias hipótesis, que comparta el por qué llego a determinadas afirmaciones con sus compañeros y con la maestra. La comunicación dialogica que establecemos con “los otros” es finalmente narrativa.
La narrativa es la forma esencial de la historia, independientemente de la forma o género. Ortega y Gasset hace énfasis en la función de la narrativa para dar significado a la realidad y dice “ ¿Cómo llamar a una operación intelectual por medio de la cual conseguimos descubrir, hacernos patente, averiguar lo que una cosa es, el ser de una cosa? Sin duda, razón.
Chartier precisa que la historia no es ni puede ser la restitución del acontecimiento en sí, sino tan solo una de sus representaciones. Es la representación de un orden especifico que no es el de la ficción ni el de la novela, que tiene como fin de preservar una forma de conocimiento del pasado determinada en cada presente, por ello la historia no se puede encajonar en la idea de verdad única o absoluta y tampoco se le puede limitar a una sola interpretación de los hechos históricos; sin embargo, es un conocimiento que tiene que ser verificable y compartido. En la medida en que la historia implica una diversidad de interpretaciones hechas desde diferentes horizontes culturales, su discurso no está constituido de verdades inmutables que se encuentren en algún lugar en espera de ser “descubiertas en el futuro”; son construcciones de un presente hacia un pasado.
El problema de la historia como objeto de enseñanza no es que a los alumnos se les explique los grandes problemas de la historia de una manera más simplificada o que se le cuente un cuento, tampoco es que conozca las diversas posiciones políticas sobre un problema histórico, sino que el alumno comprenda lo que esta recreando mediante una narrativa comprensiva que presente un argumento lógico bien formulado de acuerdo a la información histórica trabajada es decir, que presente cierta coherencia de los hechos dentro de una trama y, a su vez, relato construido.
De este modo, las historias o representaciones de la realidad alternativas que elabore el alumno no se alejan del pensamiento científico, ya que también nos dicen cómo o por que sucedieron los hechos de determinada manera de alguna forma se aproximan al razonamiento específico del conocimiento histórico.
Los psicólogos estadounidenses Boix y Gardner desarrollan una propuesta educativa llamada “enseñanza para la compresión”, en la cual caracterizan algunas cualidades que deben desarrollar los alumnos en el aprendizaje de las diferentes ciencias. En relación al aprendizaje de la historia plantean que la conducta disciplinaria debe apuntar hacia la investigación interpretativa, lo que implica, por un lado, “reconstruir los motivos y las creencias de la gente y, por el otro reconstruir la instituciones, estructuras sociales y prácticas culturales en las cuales vivieron.
En su trabajo, estos autores precisan que en un primer momento el alumno no problematiza y se concreta a captar la información disponible en el mundo de manera intuitiva, lo que significa que hay una compresión ingenua de los contenidos. Así las narraciones tienden a ser incoherentes y egocéntricas. Una narración a este nivel imita al libro de texto e incorpora conceptos que regularmente el alumno no comprende. A diferencia del primero, la compresión de aprendiz que es a la que se aspira con esta propuesta se fundamenta en el modo de pensar y actuar disciplinario.
La narrativa del aprendiz tendría que incorporar incorporar los hechos particulares en un marco más amplio de la sociedad como diversos puntos de vista y perspectiva cultural de la sociedad que se estudia.
¿Cómo educa la narrativa?
La narrativa en la enseñanza de la historia tiene que ser concebida como una forma de representar el mundo en que vivimos, de comprender nuestros actos cotidianos y darles significado, de “dar una forma a nuestra realidad social”, o como dice Bruner, al imponer una coherencia al pasado lo convertimos en historia. En este sentido, la narrativa es una estrategia educativa viable para que el alumno razone con coherencia lógica frente a los problemas que representa la cotidianidad de la realidad, ya sea pasada o presente mediante un discurso coherente que dé cuenta de la multiciplicidad de construcciones narrativas.
La narrativa vista en su dimensión educativa, presenta caminos para lograr una enseñanza que estimule el pensar históricamente.
Por un lado, hay que situar a la narrativa como algo estructural al currículo que lleve a la transformación y movimiento permanente del conocimiento, es decir, a enfrentar la experiencia del otro, lo que nos permite transformar nuestras propias ideas dialogar con las ideas de los otros. El otro camino concibe a la narrativa como una vía accesible para exponer problemas que, por su complejidad, requieren la utilización de formas narrativas que pueden ser metafóricas o analógicas. Hay que señalar que “estos dos” caminos son muy difíciles de separar en el conocimiento histórico, “cada cual forma ala otro, igual que el pensamiento se hace inextricable a partir del lenguaje que lo expresa y a la larga le da forma; es el viejo dilema de Yeats de cómo distinguir el bailarín de la danza. Así como nuestra experiencia del mundo natural tiende a imitar las categorías de la ciencia familiar, también nuestras experiencias de los asuntos humanos vienen a tomar la forma de las narraciones que usamos para contar cosas sobre ellos.
La explicación narrativa de la historia va mas allá del paradigma que establece que la historia es un cuerpo de saberes expresados en teorías o paradigmas establecidos, y que la compresión de la realidad se configura a partir de la experiencia de “otros” en permanente interpretación conceptual y permite ubicar en un contexto as emociones humanas esperanzas, temores, amores, odios y demás pasiones, no como emociones universales, sino determinadas por realidades muy concretas, es esto precisamente lo esencial de la historia. Como afirma Kieran Egan, comprendemos de manera más vivida a otros personajes mediante las conductas provocadas por estas emociones comunes. Las narraciones encierran la fuerza que nos permite sentir con los otros; podremos ver el mundo a través de las experiencias de otros.
Kieran Egan dice que la “enseñanza de la historia que se centra en hechos, más que en actos, garantiza la ausencia de significados”.
Si bien la idea es un poco exagerada habría que rescatar de ella que la historia como conocimiento escolar debe priorizar la investigación de las causas o razones del por qué se produjeron determinados hechos en los que participan los sujetos sociales.
Es necesario apuntar que la narrativa también puede ser considerada como una forma de compresión más liviana que nos permite penetrar fácilmente en el significado o múltiples significados que tiene un discurso o múltiples significados que tiene un discurso, ya que en ella encontramos acciones realizadas generalmente por agentes humanos y no solo teorías explicativas. Es una forma práctica de despertar en los alumnos el interés por problemas que a primera vista resultan muy complejos, por ello es útil y socorrida en el aula escolar para explicar de forma analógica y metafórica un contenido un contenido del currículo que es muy difícil. Paley, psicóloga especialista en esta temática, dice que hay que contar “historias” a los alumnos y despertar la curiosidad y el interés cognitivo de un problema que suena abstracto o complejo para los escolares de educación básica e incluso para los adultos.
Delval plantea que la narrativa posee características que la hacen accesible en virtud de las acciones humanas se pueden identificar con conductas binarias bien y mal poder y sumisión, etcétera, que pueden atrapar al oyente. Además hay una trama que ocurre en un tiempo y espacio determinado.
No podemos dejar de lado que gran parte de la enseñanza escolar, sobre todo en la educación básica, se produce mediante las exposiciones verbales del profesor o de discursos expresados en los libros de texto, dicho de otra manera, la forma en que se presenta el contenido escolar de la historia finalmente está constituida por palabras estructuradas en oraciones narrativas. El aprendizaje de esta ciencia constituye un proceso activo de reconstrucción de significados del lenguaje por parte del lector que se ha enfrentado a un texto y aun contexto.
Finalmente, hay que considerar que la narrativa motiva la curiosidad, si no fuera así, los lectores que hemos tenido la fortuna de saborear la novela de Gabriel García Márquez, “cien años de soledad”.
Sin embargo, la configuración narrativa está creada de modo tal que los acontecimientos pueden captarse en una perspectiva de totalidad, a su vez, como parte de otras narrativas. En ella pude comprenderse con mayor rapidez que los hechos están situados en un mundo con límites imprecisos, tal como lo presenta la realidad social, la narración ubica los hechos en una unidad que fija de algún modo su significado.
HECHO POR: CECILIA ALICIA LARA BOA LABC601008GR5